viernes, 18 de junio de 2010

Hay Mundiales y hay Mundiales...

Artículo escrito originalmente por este servidor como una colaboración para Capital del Ron.

Hace poco me preguntaron "¿Por qué Puerto Rico no está jugando en el Mundial FIFA 2010 en Sudáfrica?". Para esa pregunta, hay 2 contestaciones: una, que es la respuesta práctica y la otra, que es la respuesta histórica. En el caso de la respuesta práctica, Puerto Rico sí fue parte del proceso para intentar participar en este mundial de fútbol, en el cual participaron 205 países (por mucho, el proceso más participativo para un solo deporte en el planeta, me atrevería a decir). La isla pertenece a la CONCACAF (Confederación de Fútbol Asociado de Norte, Centro América y el Caribe, por sus siglas en inglés) donde en la primera fase venció a República Dominicana 1-0 (ésta ronda se jugó en un solo partido, usualmente se juega como local y como visitante) y en la segunda fase le tocó jugar contra Honduras, donde perdió el partido de ida (visitante) 4-0 y en el partido de vuelta (local) empató 2-2. Al ser el resultado global (entre los dos partidos) 6-2 a favor de Honduras, hasta ahí llegó nuestro intento por ser parte del Mundial. Si acaso -como consolación- podemos decir que por lo menos quien nos eliminó fue un equipo que pudo obtener uno de los 3 boletos garantizados para nuestra región para ir al Mundial (los otros dos fueron México y Estados Unidos).

Ahora bien, dentro de la respuesta histórica, el común denominador es la inactividad. Precisamente ese partido con Honduras que mencioné ocurrio el 14 de junio de 2008, y es la última vez que nuestra selección jugó. Para que entiendan lo determinante que es la actividad, vamos a comparar la presencia del baloncesto, que es uno de nuestros deportes principales, con el fútbol. Usualmente, un ciclo deportivo es aquel que comienza con eventos regionales (en nuestro caso, caribeños, centroamericanos, panamericanos) para poder disputar eventos de mayor envergadura (mundiales y olimpiadas). Nuestra selección de baloncesto por ejemplo, no logró participar de las Olimpiadas en Beijing en el 2008, pero inmediatamente formó parte en la Isla del Torneo de las Américas en el 2009 para poder ganar un espacio en el Mundial de Baloncesto (lo cual hizo) y estará en Turquía del 28 de agosto al 12 de septiembre de 2010. En el 2010 (del 5 al 11 de julio) disputará el Centrobasket en República Dominicana para -de llegar entre los primeros 3 lugares- clasificar automáticamente al torneo de baloncesto de los Centroamericanos Mayagüez 2010, al Preolímpico de las Américas en el 2011 (en el cual clasifican los equipos del continente para las Olimpiadas 2012 en Londres) y al Panamericano del 2011 en Guadalajara. Como ven, por un lado estas competencias ayudan a que nuestra selección de baloncesto siempre se mantenga en juego dentro de su región en competencias de buen nivel, con un incentivo de por medio (que es llegar a esos juegos mundiales y olímpicos) y lo más importante, que la actividad unida a un buen desempeño, ayuda al reconocimiento del pueblo de los atletas que le representan y de una vez, hace que se gane el cariño, el respeto, o si no, por lo menos el seguimiento de los puertorriqueños cada vez que van a representarnos, aún siendo un equipo que todavía no se ha colgado en el cuello medalla de cualquier metal en un mundial o en una olimpiada (nuestra mejor participación fue en el Mundial de 1990 donde llegamos en cuarto lugar, en un juego donde muy bien pudimos haber obtenido medalla de bronce).

Ese incentivo del que hablo, no tan solo es el reconocimiento de un trabajo consistente que hace la Isla en mantenerse entre los mejores del mundo en el baloncesto (estamos entre los mejores 10 equipos del mundo, según la clasificación de FIBA), sino que significa exposición para nuestros jugadores individualmente. Fue en el verano de 2004 cuando Carlos Arroyo firmó el contrato más lucrativo para un boricua en la NBA con los Utah Jazz por $16 millones y 4 temporadas, mismo verano donde se derrotó a la selección estadounidense de NBA en las Olimpiadas en Atenas, en las que el fue figura importante y aparte, abanderado de nuestra delegación. Pero para llegar a estos niveles, regionales, continentales y mundiales, se empieza por lo básico: tener un buen programa de categorías menores, formar buenos equipos juveniles, tener una liga nacional y sobre todo, tener presencia. Esa es la misión de una federación deportiva y, aún con sus traspiés, la federación de baloncesto ha logrado su propósito en ese sentido. En el caso del fútbol en Puerto Rico, es donde se hace ausente su federación, al no saber preparar un plan donde pueda aglutinar las ligas menores y juveniles, y son los padres quienes prácticamente mantienen vivo el deporte gracias a su esfuerzo para ver a sus hijos saciar el hambre del deporte y se dan a la tarea de costearse uniformes y apoderarse de parques de pelota abandonados, por ejemplo. La federación de fútbol ni siquiera es capaz de mantener una sola liga nacional para el beneficio del país, por lo que, aún en las pobres condiciones en las que se da el fútbol infantil y juvenil, el esfuerzo se va al piso si no tienen una liga superior (adulta) en la que puedan participar para continuar con el progreso que han venido generando.

Y, seamos honestos, como en cualquier trabajo, todo obrero aspira a trabajar para el mejor patrono (a menos que sean su propio patrono, pero ya esos son otros 20 pesos)... en el caso del baloncesto en la Isla, todo aquel que practica el deporte tiene aunque sea una aspiración mínima dentro de su ser de llegar algún día a la NBA, llamada por muchos la mejor liga del mundo (debatible, pero bueno...), y en el caso de que no se llegue a ese nivel, se mira a Europa por razones económicas y competitivas y aún así, todavía queda el Baloncesto Superior Nacional (nuestra liga nacional), en la cual quizás el salario no sea competitivo con otras regiones del mundo, pero la calidad de juego siempre esta ahí. En nuestro caso con el fútbol, la MLS (o Major League Soccer, la liga superior estadounidense) está apenas en pañales -comparada al resto de las ligas importantes en el mundo- y por la fijación que se tiene con el Norte de parte de la gente que ocupa puestos grandes en el país, es que no vemos mucha motivación para pensar en grande, desafortunadamente. Aún con lo grande que es la FIFA, a la federación internacional de fútbol le gusta enamorar y apasionar al mundo con el deporte que representa, y por eso hoy en día vemos hecho realidad el proyecto de llevar un mundial al continente africano, por ejemplo, pero la FIFA siempre está dispuesta a aportar para que en los países en los que el fútbol no ha hecho su presencia o apenas da sus primeros pasos, ellos incentivan a la creación de programas que apoyen las distintas ligas de un país, para que eventualmente puedan salir a competir en cualquier nivel (infantil, juvenil, superior) con su región o con cualquiera de sus contrapartes en el mundo.

En el caso específico de Puerto Rico, FIFA tiene hace varios años un ambicioso plan llamado Proyecto Gol, con el cual se busca construir la Casa del Fútbol en el área de Carolina y donde tendría un estadio e instalaciones para dirigir el deporte en Puerto Rico. Originalmente, era una asignación pendiente de $400,000 (que al mes de abril de 2010 ya va por $1.6 millones) y lo único que necesitan es la aprobación del gobierno para ponerlo en marcha y desembolsar los fondos, pero no se ha hecho nada... burocracia puertorriqueña de todos los días, ¿no? Pero aparte de esto, tenemos el problema de que cuando aparecen oportunidades para la Isla competir en eventos de selección adulta, nuestros jóvenes ya en desarrollo están entusiasmados por participar e impulsar el deporte con su representación y el presidente federativo quiere impulsar la nacionalización en masa de jugadores o reclutando jugadores en el exterior con algún vínculo boricua en su sangre simplemente "porque hay que ganar" y limita por un lado las oportunidades de desarrollo de nuestros jóvenes, a la vez que hace difícil que uno se familiarice con su selección nacional, robándole el sueño a los jugadores en desarrollo de nuestro país a tener el orgullo de representar a su Isla. Es cierto que quizás, al momento, no tenemos jugadores elites en cada posición para un cuadro regular en cancha (son 11 posiciones), pero sí tenemos jugadores que están dispuestos a dar lo mejor de sí para intentar llegar a ese nivel y que necesitan foguearse y ver a su federación activa, y tenemos a jóvenes buscando desarrollarse para llegar a esos niveles y llenar esas posiciones que su país reclama, y necesitan ver a su federación apoyarlos.

Por cierto, la FIFA anualmente asigna bajo su programa de asistencia $250,000, al cual Puerto Rico pertenece, por ser un país donde se intenta desarrollar el deporte, y en vez de tomar ese dinero como un capital de inicio para unirlo a fondos que provengan de auspiciadores y colaboradores del deporte, el presidente de nuestra federación lo que hace es quejarse porque en Puerto Rico eso es una migaja, comparado con República Dominicana, donde el cambio de moneda hoy en día hace que esa cifra represente casi 9 millones de pesos dominicanos. Me permito recordarle a nuestro presidente federativo que a nivel poblacional, por cada puertorriqueño hay casi 3 dominicanos (por lo que allá la repartición sería menor con más gente, según los estimados de población en el 2009) y eso, por compararnos con un vecino, y aparte que la FIFA es un ente deportivo y no gubernamental, por lo que no tiene culpa de las situaciones políticas que tenga cada país (como por ejemplo, el que nosotros nos manejemos en dólares y no en una moneda local, gracias a nuestro status colonial). De hecho, esa es la razón de ser de una federación nacional, que como decimos aquí, "sabe lo que hay en la olla y debe saber menearla", y debe seguir el ejemplo de otras federaciones deportivas en Puerto Rico, que sudan sus fondos y auspicios y no se sientan a esperar a que lleguen desde Suiza.

Por otra parte, en ese afán de apostar a frutos inmediatos y no a la preparación del terreno para que ese fruto se de solo con el tiempo, el apoyo principal al deporte se le da a Puerto Rico Islanders, que si bien es una organización sólida, la realidad es que contribuye más al desarrollo del deporte en Estados Unidos que en Puerto Rico (ya que la liga donde participa es la segunda división de fútbol estadounidense, que en ese sentido nos manejamos como si fueramos un estado de la unión y no como una nación, como olímpicamente lo hemos sido, dejando afuera lo político). Y esto no es culpa de la gerencia de los Islanders. Yo estoy seguro que ellos quisieran que su plantilla fuera 100% boricua, pero la realidad es que si no hay una organización completa y sólida de ligas infantiles y juveniles, no van a tener un campo de donde cazar talento y tienen que mirar al exterior. A fin de cuentas, recuerden que Puerto Rico Islanders es una empresa privada con fines de lucro que tiene que velar por contar con el mejor talento posible y disponible para generar ingresos (lo que sucede en todas partes del mundo, en España por ejemplo, las caras del fútbol este año fueron argentinos como Lionel Messi y Gonzalo Higuain, o el portugués Cristiano Ronaldo y no necesariamente españoles, aunque los hay), y aún siendo así, es el único vehículo real de credibilidad en el fútbol en Puerto Rico, contrario a una federación que es el ente gubernamental del deporte en la Isla, prácticamente, y su misión debe ser el desarrollo del deporte al servicio del país.

Hay muchos puntos más por tocar, desde luego, pero en síntesis, ¿por qué Puerto Rico no está en el Mundial? Porque quienes tienen a cargo el desarrollo del deporte en la Isla nos quieren obligar a caminar cuando debemos gatear primero, porque queremos servirnos con la cuchara grande sin haber aprendido a sudar nuestro alimento y desde luego, porque nos negamos a incentivar el desarrollo del deporte y de esa manera hoy en día con las acciones de esos líderes principales le damos la espalda a la mayor fiesta deportiva de un solo deporte en el mundo. Ojalá algún día lleguen esos 'agricultores del deporte' que nos inspiren a soñar con llegar a ser parte de esa fiesta mundialista.